Max Niemeyer Verlag, 1991. — 428 p. — (Beihefte zur Zeitschrift für romanische Philologie 234).
La observación del estudioso francés sintetiza la problemática de este trabajo. Es comprensible que el hablante de una lengua que, durante siglos, se ha trasmitido de generación en generación sin sentir la falta de verbos que indiquen o impliquen la posición estática del sujeto, difícilmente aprecie la utilidad de tales verbos. Lo interesante es que nada explica la falta de esta clase de verbos en el francés moderno, ya que esta lengua, como las demás lenguas románicas, poseía en su estado original, el latín, tres verbos que correspondían a los tres verbos alemanes a los que refiere Marouzeau.