1a. edición. — Venezuela: Fondo Editorial UNERMB, 2015. — 94 p. — ISBN: 978-980-6792-26-5.
Después de veinte años de ejercicio docente en casi todos los niveles y modalidades del sistema educativo venezolano, con excepción de la educación inicial, mi experiencia pedagógica se ha nutrido de una serie de hechos y acontecimientos derivados del diario convivir en el aula que van desde los 9 años que transcurrí en la guajira venezolana aprendiendo, que no enseñando, de los dulces y esquivos niños de la etnia wayu, hasta los más de diez dedicados a la educación en colegios públicos y/o privados de gran prestigio y universidades nacionales con planes de formación docente, la continua reflexión sobre los elementos que un docente integral maneja en el aula y el haber palpado, milímetro a milímetro, la realidad educativa venezolana, me hacen desprenderme de mi condición de lingüista, para explicar en forma sencilla y sin aspavientos teóricos, que puedan resultar cansones y poco prácticos, los elementos básicos de la lengua española que un docente integral de Venezuela debe conocer. Los ejemplos citados están referidos a la realidad de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo y aún cuando algunos aluden hechos de otras latitudes del país, estos son tomados del habla de los alumnos de escuelas venezolanas, no pretendo que se me considere un experto escribiendo para docentes, sino que quisiera que entendieran mis colegas docentes que soy el maestro Jorge de siempre, compartiendo con sus compañeros las informaciones que ha recolectado durante años de lectura y miles de horas preparando clases para sus alumnos.
Los alumnos de nuestro país merecen que dejemos de hacer teoría y que quienes sean formadores de docentes en las universidades, tengan la experiencia previa del aula, sólo así podremos avanzar. Esta información para los insignes profesionales de la docencia, no constituye una receta, sino una referencia para consultar ante la duda o la necesidad de profundizar en un tema, pero es bueno recordar que la enseñanza de la lengua no sólo debe ceñirse a la repetición de reglas gramaticales, sino también a un criterio comunicativo funcional del idioma.
Por último, me gustaría expresar mi agradecimiento, a quienes me han hecho el honor de escucharme en las aulas de clases de las distintas universidades donde he trabajado, porque con ellos he logrado afinar mis ideas para este texto y he entendido que es más valioso para el país, un docente que conozca la lengua, que un lingüista que diga conocer la práctica pedagógica, pero que en esencia sólo haga teoría.