La Habana: Lex, 1947. — 620 p.
Los mejores periódicos y revistas le estampan frases y expresiones como las siguientes, calzadas algunas con firmas respetabilísimas: Azúcar pagada a cinco centavos libra. . y estaba media ciega por las lágrimas...;... organismos directrices el derribo de los cables conductrices...; darán un almuerzo a la concejal señora...; estaba con la también Letrado doctora...;... madame Ellen Schulga, delegado ruso...:... ha sido nombrada ayer jefe de... la señora X; Jean Rutz, oficial de las... que no hace mucho casó con un capitán del ejército...;...su esposa es presidente de la Universidad Femenina...; la primer mujer arqueólogo de Méjico...; baldeó la cocina y fregó el sartén escrupulosamente, . los delegados mujeres presentes …; y el elefante hembra...;... la comandante Mary Churchil, hija de...;... un hormona producida por la glándula pituitaria figuras rectoras de los partidos...; azúcar refinada ofrecida a Méjico...; la sargento Laura Besley...;...la figura del doctor Lise Meitner, una mujer de ciencia...; la teniente Rebeca Schmidt, enfermera del ejército norteamericano... & &. Tales son algunas de los centenares de expresiones que hemos recogido en las mejores revistas y diarios habaneros, entre otras mil que harían interminable la relación. Pero, me pregunto: ¿es que no pueden ser las mujeres, de acuerdo con su sexo y con el Diccionario, abogadas, concejalas, delegadas, jefas, oficialas, presidentas, sargentas, tenientas y comandantas? I esta misma perplejidad que se nota en el común de la gente es producto de discrepancias de criterios entre los autores, y aun el reflejo de diccionarios y gramáticas, no siempre acordes todos a este respecto.
Uno de los fines de esta modesta obra que hoy damos al público no es otro que el de brindar a la respetable Corporación que rige la lengua (y a los gramáticos en general) una buena dosis de material debidamente ordenado con que facilitarles su ardua y constante labor en provecho del idioma. Muy lejos de nuestro ánimo querer imponer normas, soluciones ni criterios personalísimos a un organismo que tantas pruebas lleva dadas de su sabiduría y acierto para abordar y decidir los más graves problemas del idioma, en éstos como en los pasados tiempos, aunque sus soluciones no hayan sido siempre del agrado de todos, ni libres en absoluto de errores. Somos flacos de conocimientos para tan difícil empeño, ni el propósito que nos guía es tal para que se nos quiera atribuir. Exponemos razones, algunas pruebas y nada más. Por otro lado, la Academia ha ido aceptando sin reparo alguno todas aquellas indicaciones que le han sido sugeridas por gramáticos y filólogos autorizados, sin desoír a escritores y poetas de nuestra habla que han querido innovar en materia de lenguaje, llevados de los arrebatos de su estro o de su verdadero genio poético.