Editorial: OBERON, 2004.-408 p. En aquella España hostil de los años cuarenta y cincuenta, los mayores derrotados no fueron los que habían empuñado las armas sino los que se denominaron niños de la guerra: los más débiles, los más asustados, los más humillados, los últimos en padecer la tragedia en la se habían visto envueltos durante tres años. Miles de niños y jóvenes fueron víctimas de una guerra más larga que dominó su infancia y juventud y para muchos toda la vida.